La EFSA advierte del riesgo para la salud de consumir carne con restos de hormonas

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas inglesas), a petición de la Comisión Europea, ha analizado el riesgo que supone el uso de hormonas para favorecer el crecimiento de los animales y concluye que implica riesgos para la salud de los consumidores. Con esta valoración, los expertos mantienen lo que ya confirmaron en 2002, cuando 17 estudios ya pusieron en evidencia este peligro. Entonces, la negativa de la UE de autorizar el uso de hormonas para el engorde de animales la enfrentó a EEUU, donde sí utilizan este tipo de sustancias.
Autor: El uso de hormonas como promotoras del crecimiento en aves y ganado ha suscitado entre la comunidad científica preocupaciones derivadas de los riesgos que tienen para la salud. Esta preocupación viene determinada también por el uso, poco generalizado, de pruebas analíticas sensibles que permitan identificar y cuantificar la presencia de estos residuos. Todo ello implica que no se tengan datos del alcance real del problema y que afirmaciones como la que relaciona el consumo de carne con la aparición de ciertos tipos de cáncer vayan acompañadas de algún que otro interrogante.
Ahora, y tras la petición de la Comisión Europea, la EFSA acaba de analizar nuevas informaciones científicas sobre el uso de ciertas hormonas y poder así revisar o no las restricciones impuestas actualmente. La organización aclara que hacen falta datos sobre los tipos y cantidades de residuos de hormonas en la carne sobre los que hacer estudios. Expertos de la EFSA han estudiado tres hormonas naturales (estradiol-17ß, progesterona y testosterona) y tres hormonas sintéticas (acetato de trembolona, zeranol y acetato de melengestrol), cuyo uso ha generado cierta controversiay que llevó a la UE, en marzo de 2002, a proponer su eliminación progresiva como agentes potenciadores de crecimiento y para incrementar la producción de leche en vacas.
Ahora, los expertos de la EFSA confirman de nuevo lo que ya concluían en 2002 un total de 17 estudios: que el uso de hormonas para estimular el crecimiento del ganado «supone un riesgo potencial para la salud de los consumidores». Hasta ahora, los estudios sí han permitido confirmar que la hormona beta-estradiol 17 tiene efectos cancerígenos, por lo que su uso en la UE ya está prohibido.

¿Es realmente necesario su empleo?

Si tuviéramos que responder a la pregunta desde un punto de vista meramente productivo es evidente que su empleo no es esencial. Es decir, los animales no necesitan estas sustancias para engordar. Tan sólo necesitan comer una cierta cantidad de energía, proteínas, lípidos, hidratos de carbono y otros nutrientes esenciales. Sin embargo, su uso se vuelve interesante si consideramos los criterios que se han seguido hasta ahora en producción animal. Quizás el principal problema radica en la filosofía de producir la mayor cantidad de carne, con el menor coste y en el menor período de tiempo. En este proceso el ganadero es una mera pieza del puzzle, donde el que paga al final es el consumidor y hasta los mismos gobiernos se muestran interesados en que la situación se siga manteniendo de la misma forma.
Es curioso que el factor precio y cantidad de carne producida pueda condicionar, no sólo la calidad de la carne, sino la seguridad de los alimentos consumidos.
El factor seguridad provocó que las autoridades comunitarias terminasen prohibiendo el empleo de las diferentes sustancias utilizadas para el engorde del ganado.
El objetivo es impedir que se empleen determinadas moléculas de las que en muchos casos no había evidencias de su efecto tóxico real. Sin embargo,se han dado varias violaciones evidentes de estas normas, lo que ha llevado a la aparición de cuadros de intoxicación o a alarmas sanitarias en las que al final quien se ve perjudicado es el mismo sector.

Efectos secundarios

Bruselas mantiene la prohibición de importar productos de animales tratados con estas sustancias Pero no sólo el ganado y aves, y el consumo humano, sale perjudicado. En el análisis de la EFSA además se pone en evidencia un problema asociado al uso de hormonas en ganado vacuno, y es que algunos datos sugieren que se producen efectos también en especies de peces que viven en ríos a los que llega agua procedente de las explotaciones donde se cría ganado. Otro estudio, publicado a finales de 2006 en la revista Archives of Internal Medicineasocia el consumo de carne con un mayor riesgo de cáncer de mama. Y el motivo se atribuye a la presencia de hormonas o compuestos parecidos con influencia en los tumores.
En el Reino Unido, Richard Sharpe, del Consejo de Investigación Médica y Ciencias de Reproducción Humana, en Edimburgo, asegura que algunos de los estudios afirman que los efectos se producen sobre todo cuando se combina el uso de hormonas con productos químicos.

¿Riesgos para la salud?

La prohibición del empleo de estas sustancias se fundamenta en los riesgos potenciales para la salud de los consumidores. De entre las diferentes sustancias empleadas se ha demostrado que algunas de ellas tienen un riesgo real para la salud de los consumidores. Sin embargo, las moléculas con acción hormonal parecía que eran las que menores peligros tienen para la salud de las personas.
Estas sustancias, entre las que podemos destacar aquellas con acción hormonal masculina o femenina, han de ser suministradas a los animales y ejercer su acción.
Pero ¿cuál es la consecuencia? Que las concentraciones reales que llegan a las personas con la carne son inferiores a las que supondrían una acción farmacológica concreta. Es decir, no veríamos los síntomas propios tras la ingestión como es un cierto incremento del apetito, incremento de peso, en algunos casos mayor actividad sexual, pero también se puede incrementar el vello, modificaciones relacionadas con los caracteres sexuales secundarios, entre otros. Por todo ello, no es destacable la intoxicación aguda sino la crónica. Además, se ha relacionado con la aparición de casos de infertilidad.
En cualquier caso, hay que resaltar que hoy en día son sustancias consideradas ilegales en la Unión Europea y debería controlarse su administración, así como al producción y puesta en el mercado de las mismas.

Un Uso Controvertido

Suministrar hormonas de crecimiento o antibióticos al ganado es, desde hace años, un foco de polémica. No se discute el uso con fines terapéuticos, es decir, para curar animales enfermos en medicina veterinaria, y menos aun cuando se opta por el más apropiado para combatir el microorganismo. Lo que sí se objeta es cuando se usan como promotores del crecimiento, ya que algunos permiten reducir la cantidad de alimento y favorecen el crecimiento. Se ha demostrado que se pueden acumular pequeñas cantidades de residuos en el tejido adiposo, los riñones y el hígado de los animales. ¿Tiene esto consecuencias en la salud humana? Además asociarse con la aparición de especies de bacterias resistentes a los antibióticos, también podría relacionar con algunas enfermedades humanas.
Estimular la velocidad de crecimiento de los animales e incrementar la producción de leche en las vacas han sido dos de los principales objetivos que se persiguen con el uso de hormonas. El problema radica fundamentalmente en el riesgo del consumo de productos cárnicos que contienen, por ejemplo, hormonas estrogénicas.

Hasta aquí el reporte médico-científico.