Planta herbácea (sesamusindícus) originaria de la India y también conocida por alegría y sésamo. Se cultiva en las regiones de clima tropical y subtropical de todo el mundo. De sus pequeñas semillas, que contienen hasta un 55% de aceite, se obtiene una muy importante proporción del total de materias grasas consumidas en el mundo.

Desde hace miles de años, el ajonjolí o sésamo entra en la preparación de numerosos medicamentos destinados a la reconstitución de las células, a la cicatrización de las llagas. En la China y en la India se la considera como el alimento – medicamento más notable.

En el régimen macrobiótico se toma diariamente esta semilla, ligeramente tostada y aderezada con sal gris, como única fuente de proteínas y de grasas, con entera satisfacción de quienes lo practican, sin que se registre ningún problema digestivo. Incluso un hígado o un estómago delicados soportan el ajonjolí sin pena alguna; al contrario ya sea en grano o bajo la forma de aceite, el sésamo o ajonjolí ejerce una influencia suavizante.

Este aceite es de un hermoso color amarillo claro, prácticamente inodoro y difícilmente se enrancia, por lo que puede conservarse bastante tiempo.

El ajonjolí es muy rico en lecitina, más aún que la soja que algunos consideran como el vegetal más rico en esta sustancia.

La lecitina es una grasa fosforada que contiene nitrógeno y tiene la propiedad de ayudar a la elaboración de las hormonas sexuales. Es un factor de juventud y un alimento excelente para los nervios y el cerebro.

El órgano del pensamiento normalmente constituido contiene un 28% de lecitina. Numerosas personas, sobre todo en los países occidentales, registran carencia de esta sustancia, lo que se caracteriza por una gran fatiga que no logran disipar aún durmiendo largo tiempo. Todos quienes tienen dificultades de memoria o han de efectuar grandes esfuerzos mentales se beneficiarían consumiendo diariamente ajonjolí. Esta semilla es también recomendada a las personas que sufren depresión nerviosa, simpaticotonía o vagotonía.

Hay que señalar, además, los ácidos poliinsaturados, la vitamina F, la vitamina E (de la fecundación), la vitamina B (antineurítica) y los minerales tales como calcio, hierro, magnesio, sílice, cromo, cobre, etc. contenidos en el ajonjolí, que hacen de él un alimento de protección y de revitalización.

En las proteínas de este grano oleaginoso (20% de su peso) se cuentan unos quince aminoácidos. Es, pues, un alimento plástico.

Las semillas de sésamo o ajonjolí pueden tomarse crudas, por ejemplo, en el desayuno, a razón de dos cucharaditas, que hay que masticar bien o triturarlas antes en un mortero o en una plancha de madera, aplastándolas con un rodillo o botella. También pueden consumirse, ligeramente tostadas. Pueden comerse con sal, o azúcar, o miel, o jugo de limón, pero hay quien las prefiere al natural.

Son muy recomendables para los bebés, a razón de medía cucharadita de semillas que, bien trituradas, pueden mezclársela en la papilla o el biberón. Los bebés se benefician particularmente de las globulinas de esta semilla, rica en ácido glutámico, que favorece la formación de anticuerpos. Por otra parte, sus aminoácidos, portadores de azufre, como la lisina, favorecen el crecimiento regular del recién nacido.

Otra excelente forma de tomar el ajonjolí es el puré, llamado tahin por los turcos. Basta pasarlo por una licuadora con unas gotas de su mismo aceite para facilitar la operación. Se consume como la mantequilla en tartinas con miel, confitura o ajo finamente picado, según los gustos.

Este mismo puré puede prepararse licuando algunos dientes de ajo junto con el ajonjolí, hasta que quede todo bien incorporado.

Existen muchas otras recetas de platos a base de sésamo o ajonjolí tan apetitosos como saludables.