La narrativa básica del moderno Estado de Israel nació de las palabras de Moisés en el Antiguo Testamento, que Dios otorgó la tierra de Israel para el pueblo judío y que sería de ellos por siempre.

Luego, estaba la historia de la Diáspora – que después de los alzamientos judíos contra los romanos en los siglos primero y segundo D.C., los judíos fueron exiliados de la tierra de Israel y dispersados a través del mundo occidental. A menudo fueron aislados de las poblaciones europeas, sufrieron persecución y finalmente fueron marcados para el exterminio en el Holocausto Nazi.

Por Morgan Strong

Posteriormente después de siglos de estar pidiendo por un retorno a Israel, los judíos alcanzaron este objetivo al derrotar a los fuerzas armadas árabes y establecer Israel en 1948. Esta narrativa – que abarca más de tres milenios – es la justificación singular, elemental y que da cimiento al Estado de Israel como una nación judía.

Pero un nuevo libro por el catedrático israelita, Shlomo Sand, desafía esta narrativa, asegurando que – más allá de la cuestión religiosa sobre si Dios realmente habló a Moisés – la diáspora de la era romana no sucedió del todo o al menos no como se le entiende por lo general.

En “¿Cuándo y Cómo se Inventó al Pueblo Judío?”, el Dr. Sand, un experto en historia europea en la Universidad de Tel Aviv, dice que la diáspora es en gran parte un mito – que los judíos jamás fueron exiliados en masa de la Tierra Santa y que muchas poblaciones judías europeas se convirtieron a la fe judía siglos después.

De ese modo, Sand debate que muchos de los israelitas de la actualidad que emigraron de Europa después de la II Guerra Mundial tienen poca o ninguna conexión genealógica con la tierra. De acuerdo al análisis histórico de Sand, estos judíos son descendientes de europeos que se convirtieron a la fe judía, principalmente del Reino de los Jázaros en Rusia del Este, quienes abrazaron el judaísmo en el siglo octavo D.C.

Los descendientes de los jázaros luego fueron expulsados de sus tierras natales por invasiones y conquistas – a través de migraciones – creando las poblaciones judías del Este de Europa, escribe Sand. De forma similar, argumenta que los judíos de España vinieron de la conversión de las tribus bereberes del norte de África que luego emigraron a Europa.

La Narrativa Sionista

Sand, siendo él mismo un judío europeo nacido de sobrevivientes del Holocausto en Austria en 1946, argumenta que hasta poco más de un siglo atrás, los judíos se veían a sí mismo como judíos porque compartían una religión común, no porque poseyeran un linaje directo con las antiguas tribus de Israel.

No obstante, a la vuelta del siglo 20, Sand afirma, que los judíos sionistas comenzaron a armar una historia nacional para justificar la creación de un estado judío al inventar la idea de que los judíos existieron como un pueblo separado de su religión y que tenían primogenitura sobre el territorio que había sido conocido como Palestina.

Los sionistas también se inventaron la idea de que los judíos que vivían en el exilio fueron obligados a regresar a la Tierra Prometida, un concepto que había sido ajeno al judaísmo, afirma Sand.

Como casi todo en el Medio Oriente, ésta investigación está repleta de poderosas implicaciones religiosas, históricas y políticas. Si la tesis de Sand es correcta, sugeriría que muchos de los árabes Palestinos tienen sustancialmente más derecho a reclamar las tierras de Israel que muchos de los judíos europeos que llegaron alegando una promesa divina.

De hecho, Sand teoriza que muchos judíos, que permanecieron en Judea después de que las legiones romanas aplastaran el último alzamiento en 136 D.C., eventualmente se convirtieron al cristianismo o al islam, queriendo decir con esto que los palestinos que han sido concentrados en Gaza o en Cisjordania podrían ser los descendientes directos de los judíos de la era romana.

A pesar de las implicaciones políticas del libro de Sand, no ha enfrentado lo que podría esperarse: un despiadado ataque de los israelitas de derecha. La crítica se ha enfocado mayormente en las credenciales de Sand como experto en historia europea, no en historia antigua del Medio Oriente, un punto que Sand reconoce de buena gana.

Un crítico, Israel Bartal, decano de ciencias humanas en la Universidad Hebrea, atacó las credenciales de Sand y llamó a la tesis de Sand “infundada”, pero no estuvo de acuerdo más que todo en la afirmación de Sand que la historia de la diáspora fue creada como un mito intencional de los sionistas que buscaban fabricar una conexión genealógica directa entre muchos de los judíos del mundo e Israel.

“Aunque el mito de un exilio de la patria judía (Palestina) no existe en la cultura popular israelita, es insignificante en las discusiones serias de historia judía”, Bartal escribió en el periódico Haaretz. “Grupos importantes en el movimiento nacional judío expresaron reservas respecto a este mito o lo negaron por complete”…

“La clase de intervención política de la que habla Sand, es decir, un programa deliberado diseñado para hacer que los israelitas se olvidaran de los verdaderos orígenes biológicos de los judíos de Polonia y Rusia o una directriz para la promoción de la historia del exilio de los judías de su patria es pura fantasía”.

En otras palabras, Bartal, como muchos otros críticos, no está para nada disputando las aseveraciones históricas de Sand sobre la diáspora o los orígenes de los judíos de Europa oriental, como sí está impugnando la noción de Sand de que los sionistas se inventaron una historia falsa para un propósito político cínico.

Pero no puede haber duda de que la historia de la diáspora ha jugado un rol clave en la fundación de Israel y que el atractivo de esta poderosa narrativa ha ayudado al estado judío a generar simpatía alrededor del mundo, especialmente en los Estados Unidos.

“Después de haber sido exiliados a la fuerza de su tierra, la gente permaneció fiel a ella a través de su dispersión y nunca cesó de orar y esperar por su regreso a ella y para la restauración en la misma de su libertad política”, así es como dice el preámbulo de la Declaración de Independencia de Israel.

La Realidad de la Mitología

En enero de 2009, mientras el ejército israelita bombardeaba a los palestinos en Gaza en respuesta por los cohetes lanzados contra el sur de Israel, el mundo echo un vistazo desagradable de lo que puede resultar cuando a los mitos históricos se les permite crear divisiones entre los pueblos que de otro modo podrían tener mucho en común.

Después de que el conflicto cesara – con 1,400 palestinos muertos, incluyendo muchos niños y otros no combatientes – el gobierno israelita investigó supuestos crímenes de guerra por su ejército y escuchó el testimonio de las tropas israelitas en las que rabinos extremistas habían proclamado la invasión como una guerra santa.

Las tropas dijeron que los rabinos les trajeron folletos y artículos declarando: “Somos el pueblo judío. Venimos a esta tierra por un milagro. Dios nos trajo de vuelta a esta tierra y ahora necesitamos pelear para expulsar a los no judíos que están interfiriendo con nuestra conquista de esta tierra santa”.

En su libro – y en una entrevista con Haaretz sobre su libro – Sand desafió este mito esencial. En la entrevista, él dijo:

“Comencé a mirar en los estudios de investigación sobre el exilio de la tierra – un evento constitutivo en la historia judía, casi como el Holocausto. Pero para mi sorpresa descubrí que no existe literatura. La razón es que nadie exilió al pueblo del país.

“Los romanos no exiliaron a las personas y no podrían haberlo hecho incluso si hubieran querido. No tenían los trenes y camiones para deportar poblaciones enteras. Esta clase de logística no existió hasta el siglo 20. De eso, en efecto, surgió el libro completo: en la comprensión de que la sociedad judía no fue dispersada ni fue exiliada”.

Los Verdaderos Descendientes

Al preguntársele si estaba diciendo que los verdaderos descendientes de los habitantes del Reino de Judá son los palestinos, Sand respondió:

“Ninguna población permanece pura durante un período de miles de años. Pero las probabilidades de que los palestinos sean descendientes de la antigua población judía son mucho más grandes que las probabilidades de que tú o yo seamos sus descendientes”.

“Los primeros sionistas, hasta la Revuelta Árabe (1936-1939), sabían que no había habido ningún exilio y que los Palestinos eran descendientes de los habitantes del territorio. Sabían que los granjeros no dejan su tierra hasta que son expulsados”.

“Incluso Yitzhak Ben-Zvi, el segundo presidente del Estado de Israel, escribió en 1929 que, ‘la vasta mayoría de los campesinos no tenían sus orígenes en los conquistadores árabes, sino más bien, en los campesinos judíos que eran numerosos y una mayoría en las labores en la tierra’”.

Sand argumenta además que el pueblo judío jamás existió como una “raza nación”, sino que fue una mezcla étnica dispar de personas que adoptaron la religión judía durante un extenso período de tiempo. Sand descarta el argumento sionista de que los judíos fueron un grupo seminal y aislado que fue objeto de dispersión por los romanos.

Aunque implacables en la represión de quienes desafiaban su dominio, los romanos permitían a sus súbditos grandes libertades, incluyendo la libertad de culto, libertad de expresión y libertad de agrupación.

Miles de judíos sirvieron en las legiones romanas y hubo una considerable comunidad judía en la misma Roma. Tres descendientes judíos de Herodes El Grande, el emperador judío de Jerusalén, sirvieron en el Senado Romano.

Las leyes dietéticas judías fueron respetadas bajo la ley romana, así como el derecho a no trabajar el día sábado. Los esclavos judíos – 1,000 llevados a Italia por el Emperador Tito después de aplastar la primera rebelión judía en el año 70 D.C. – fueron comprados y dejados en libertad por familias judías establecidas desde hace tiempo en la sociedad romana.

Después del final de la rebelión judía, la revuelta Bar Kokhba de 132-136 D.C., los historiadores dicen que los romanos impusieron restricciones a los judíos para entrar a Jerusalén, lo cual causó que otras áreas, tales como Galilea en el norte de Palestina, se convirtieran en centros de aprendizaje judío. Pero existe poca o nula evidencia de una reubicación masiva forzosa.

Sand dice que la diáspora fue originalmente un mito cristiano que describía el evento como un castigo divino impuesto a los judíos por haber rechazado el evangelio de Cristo.

Evidencia Genética

No ha habido ninguna refutación seria al libro de Sand, el cual ha sido un éxito en ventas en Israel y en Europa – y el cual se espera salga a la venta en los Estados Unidos dentro de un año. Pero ya hubo estudios genéticos intentando demostrar una línea continua de descendencia entre los judíos askenazi de Europa a partir de las tribus hebreas de Israel.

En un estudio genético publicado por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, los cromosomas Y de los judíos askenazi, romanos, norteafricanos, kurdos, del medio oriente, yemenitas y etíopes fueron comparados con 16 grupos no judíos de similares áreas geográficas. Se descubrió que a pesar de la residencia por largo tiempo en diferentes países y aisladas las unas de los otras, la mayoría de las poblaciones judías no fueron significativamente diferentes entre sí a nivel genético.

Aunque el estudio también demostró que 20 por ciento de los askenazi portan marcadores genéticos europeos consistentes con los jázaros, los resultados parecieran demostrar que los askenazi descendieron de una población común en el Medio Oriente y sugirió que la mayoría de las comunidades judías han permanecido relativamente aisladas de las comunidades vecinas no judías durante y después de la diáspora.

No obstante, un monumental estudio genético titulado: “El Viaje del Hombre”, llevado a cabo en 2002 por el Dr. Spencer Wells, un genetista de la Universidad de Stanford, demostró que virtualmente todos los hombres europeos porta los mismos marcadores genéticos encontrados dentro de la población masculina del Medio Oriente en los cromosomas Y.

Eso es así porque la migración de los seres humanos comenzó en África y siguió su curso a través del Medio Oriente en adelante, abarcando muchos miles de años. En resumen, todos somos más o menos iguales.

Delirio Obsesivo

A pesar de la falta de evidencia científica o histórica concluyente, la narrativa de la diáspora probó ser una historia convincente, al igual que la interpretación bíblica del Éxodo de Egipto, la cual los historiadores y arqueólogos también han cuestionado en años recientes.

Es ciertamente verdadero que todas las naciones usan mitos y leyendas para cimentarse; algunas narraciones están basadas en hechos, otras son artificios convenientes para sus propios propósitos.

No obstante, cuando el mito y la leyenda abogan por exceso, cuando demandan una pureza racial, étnica o religiosa para la exclusión de los demás – de modo tal que una profecía pueda cumplirse o un objetivo nacional se pueda lograr – la razón y la justicia pueden dar lugar al extremismo y a la crueldad.

El motivo para la creación del Estado de Israel fue el de brindar respiro después de la II Guerra Mundial para los judíos de Europa (es decir, a los descendientes de europeos que se convirtieron al judaísmo), pero esa causa noble ha sido ahora contorsionada en un delirio obsesivo de creerse con un derecho israelita para maltratar y perseguir a los Palestinos (auténticos descendientes de los judíos que han vivido en Palestina por generaciones).

Cuando los rabinos israelitas de extrema derecha hablan de sacar a los no judíos de la tierra que Dios supuestamente les dio a los israelitas y a sus descendientes, estos rabinos podrían estar hablando con plena fe, pero la fe por definición es una creencia inquebrantable en algo que tomado por sí mismo no puede ser probado.

En otras palabras, esta fe – o delirio – además está contagiándose en el resto del mundo. La sangrienta guerra en Irak es el apéndice del conflicto Israelita-Palestino, así como lo es el peligroso alzamiento del fundamentalismo islámico en toda la región.

Lo peor, también teneos ahora la ironía de que el Israel moderno fue establecido por judíos de origen europeo, es decir, que muchos de los cuales étnicamente no tienen ninguna conexión con Palestina, ya que se trata de descendientes de europeos que se convirtieron a la fe judía.

Otro aspecto cruel de esta ironía es que los descendientes de los antiguos israelitas podrían incluir a muchos Palestinos, quienes genéticamente no tienen ninguna diferencia con los judíos sefarditas, quienes al igual que los palestinos, fueron los habitantes aborígenes y originales de esta tierra ancestral. Algo que no se puede decir por igual de los judíos askenazi europeos (de origen ruso, polaco, alemán o de Europa oriental)

Yasser Arafat me decía bastante a menudo que los israelitas son en realidad primos de los palestinos, pero podría estar equivocado, ya que son más hermanos que primos.

Morgan Strong es un ex profesor de historia del Medio Oriente y fue consejero sobre el Medio Oriente para el progama “60 Minutos” de CBS News.