Se decidiĂł en San Diego en mayo de 1941 que Hitler atacarĂa a Stalin y no viceversa.
Esto serĂa mĂĄs beneficioso para los intereses de la Ă©lite financiera. El anĂĄlisis del almirante James O. Richardson habĂa llegado a la conclusiĂłn que serĂa mĂĄs beneficioso para E.E.U.U. si Hitler atacara a Stalin primero (Bunich, “El Partido del Oro”, St. Petersburgo, 1992, pĂĄg. 133).
Por consiguiente, el rĂ©gimen terrorista Bolchevique una vez mĂĄs, entrĂł en grave peligro por el verano de 1941, cuando Stalin habĂa planeado un ataque contra Hitler (OperaciĂłn Trueno), aunque Ă©l habĂa eliminado personalmente del EjĂ©rcito Rojo, a sus mejores comandantes.
El ataque habrĂa tenido lugar el 6 de julio de 1941. Esta informaciĂłn viene del desertor del GPU, el agente Viktor Suvorov (Vladimir Rezun) en sus libros “El Pica Hielos” (MoscĂș, 1992) y “DĂa M” (MoscĂș, 1994).
Los espĂas de Hitler habĂan advertido a BerlĂn sobre esto y fue diseñado un plan de contraataque, Barbarossa. El plan se puso en acciĂłn, despuĂ©s de ciertos retrasos, el 22 de junio de 1941, anticipĂĄndose al ataque planeado por Stalin en dos semanas.
Stalin fue sorprendido, a pesar de los informes de sus propios espĂas. No podĂa entender la temeridad de Hitler para mantener dos frentes simultĂĄneamente. No habĂa esperado esto – incluso tuvo dificultades para creer el anuncio de guerra. Lo vio como una provocaciĂłn. Tampoco habĂa creĂdo las historias de un prĂłximo ataque que le entregaron desertores alemanes el dĂa anterior. SĂłlo fue despuĂ©s, en la tarde que dio las Ăłrdenes para resistir.
Stalin ya habĂa declarado ante el ComitĂ© Central en 1925: “Si estalla una gran guerra en Europa, no miraremos simplemente. Tomaremos parte, pero entraremos Ășltimos – para decidir el destino de la guerra. Por consiguiente y en forma natural escoger los frutos de la guerra … ” En 1941, nadie quiso creer las explicaciones de Adolfo Hitler que se anticipĂł al ataque planeado de Stalin. Suvorov ha logrado demostrar, con los documentos de los archivos alemanes y las fuentes soviĂ©ticas abiertas, que la informaciĂłn de Hitler era correcta.
El Alto Mando del EjĂ©rcito Rojo ya habĂa, el 21 de junio (el dĂa antes del ataque de Hitler), recibido las Ăłrdenes para atacar Rumania el 6 de julio de 1941. El comandante de esta operaciĂłn habrĂa sido el Mariscal Semyon Timoshenko. Se suponĂa que habĂa viajado a Minsk el 22 de junio para preparar el ataque, en que se habrĂan usado 4.4 millones de hombres.
Pero los alemanes atacaron primero. Las llamadas, Divisiones Negras, fueron formadas con prisioneros de los campos rusos que se habĂan preparado muy bien en Sochi y se enviaron a luchar contra los alemanes en julio – agosto de 1941. Stalin tenĂa mĂĄs tropas paracaidistas para los propĂłsitos del ataque que cualquier otra naciĂłn. Stalin habĂa prometido por el fĂ©retro de LenĂn que Ă©l extenderĂa las fronteras de la UniĂłn SoviĂ©tica (Pravda, 30 de enero de 1924). TambiĂ©n tenĂa los tanques especiales A-Tanks (Avtostradnye tanki) quĂ© podĂan rodar en las autopistas alemanas.
Stalin tenĂa un total de 15.000 tanques, tres veces mĂĄs de Hitler. Suvorov cita al Mariscal Georgi Zhukov, Alexander Vasilevsky, Vasily Sokolovsky, Nikolai Vatutin, Ivan Bagramyan y otros, todos los cuales confirmaron que Stalin estaba preparando un ataque y no la defensa como se afirmĂł despuĂ©s.
Ăsta fue la razĂłn por quĂ© las pĂ©rdidas de MoscĂș llegaron a ser tan enormes – 600.000 hombres en las primeras tres semanas, 7.615 tanques, 6.233 aviones de combate (de los cuales 1.200 se perdieron el primer dĂa) y 4.423 piezas de artillerĂa.
El senador judĂo y francmasĂłn de alto nivel, Harry S. Truman, que fue vicepresidente y posteriormente Presidente de los Estados Unidos explicĂł la situaciĂłn despuĂ©s del ataque de Hitler de la siguiente forma: “Si vemos que Alemania estĂĄ a punto de ganar, nosotros debemos ayudar a Rusia, y si vemos que Rusia estĂĄ ganando, nosotros debemos ayudar a Alemania, porque de esta manera, podremos dejarles que se maten tantos como puedan“. Pero a nadie le fue permitido arriesgar la vida de Stalin, ya que su muerte serĂa una “real catĂĄstrofe“.
(Noam Chomsky, “Man kan inte morda historien” / “Usted no Puede asesinar la Historia”, Gothenburg, 1995, pag. 503-504.) ÂżTemiĂł Truman que ningĂșn otro jefe bandolero Rojo podrĂa asesinar a los rusos tan eficazmente? Truman podrĂa saciar su lujuria por los asesinatos en agosto de 1945 cuando tuvo las bombas atĂłmicas y las dejĂł caer en dos centros culturales de JapĂłn. Gore Vidal revela, en su introducciĂłn al libro del Profesor Israel Shahak “La Historia judĂa, la ReligiĂłn judĂa: El Peso de Tres Mil Años” (Londres, 1994), que Truman recibiĂł dos millones de dĂłlares “de apoyo” de un sionista cuando se presentĂł a la carrera para Presidente en 1948.
Un nĂșmero grande de soldados rusos se dejaron tomar prisioneros. A finales del primer año, 3.8 millones se habĂan pasado a los alemanes. El EjĂ©rcito Rojo simplemente, se negaba a luchar por la causa del Comunismo. La mayorĂa de los que se quedaron 1.2 millones murieron en acciĂłn.
Joseph Stalin se asustĂł. El 24 de agosto de 1941, Radio MoscĂș animĂł a que la JuderĂa internacional ayudara sinceramente a la UniĂłn SoviĂ©tica en su momento de necesidad. Es por consiguiente comprensible que los financieros de Wall Street entraran en pĂĄnico y comenzaran a enviar todo los tipos de equipamiento a la UniĂłn de SoviĂ©tica tan rĂĄpidamente como ellos pudieron.
En agosto de 1941 los Estados Unidos comenzaron a conferenciar con MoscĂș sobre la forma mĂĄs eficiente para repeler las tropas alemanas de Hitler. Los Estados Unidos continuaron dando ayuda militar y econĂłmica a los Nazis, pero en una escala mĂĄs pequeña.
Los equipos comenzaron a ser enviados a la UniĂłn SoviĂ©tica inmediatamente. Los Estados Unidos tambiĂ©n exigieron temporalmente que Stalin se “olvidara” de los eslĂłganes comunistas y de la propaganda anti-rusa. TenĂa que abrir las iglesias, liberar a los sacerdotes e incluso permitir una cierta cantidad de libertad religiosa (la correspondiente exigencia del Presidente Roosevelt fue entregada a Stalin por el Padre Brown, el sacerdote catĂłlico en la Embajada norteamericana en MoscĂș).
Washington tambiĂ©n quiso que la UniĂłn SoviĂ©tica empezara a usar nuevamente los viejos uniformes del ejĂ©rcito zarista. Stalin tuvo que obedecer esto. Los nuevos uniformes fueron fabricados en los Estados Unidos en 1941-43. El ejĂ©rcito soviĂ©tico vestirĂa las casacas militares del ejĂ©rcito zarista hasta 1970. Una canciĂłn patriĂłtica rusa, “La Guerra Santa” – quĂ© habĂa unido a los soldados del Zar en la Primera Guerra Mundial, tambiĂ©n fue explotada.
La UniĂłn SoviĂ©tica, los Estados Unidos de AmĂ©rica y Gran Bretaña firmaron el protocolo preliminar acerca de la ayuda militar en MoscĂș el 1Âș de octubre de 1941, despuĂ©s de esto se enviaron inmediatamente 400 aviones, 500 tanques, piezas de artillerĂa y otras municiones a la UniĂłn SoviĂ©tica.
Uno de aquellos involucrados en este acuerdo fue Henry Ford. Stalin pidiĂł alambre de pĂșas el 1Âș de octubre de 1941 y se enviaron 4.000 toneladas de alambre de pĂșas a la UniĂłn SoviĂ©tica el 10 de octubre.
La producciĂłn de guerra de la UniĂłn SoviĂ©tica aumentĂł 25 veces durante los cuatro años de la guerra. Una parte significativa de la ayuda norteamericana entrĂł en la forma de alimentos. 4.291.012 de toneladas de confituras, azĂșcar, sal, nueces, tĂ©, frutas y otros comestibles, incluyendo vitaminas fueron enviados a la UniĂłn SoviĂ©tica entre el 1Âș de octubre de 1941 y el 31 de mayo de 1945. Un total de 782.973 toneladas de carne enlatada se enviĂł a MoscĂș. En 1945 las empresas abastecieron 46 veces mĂĄs carne en conserva que en 1940.
Stalin se asustĂł cuando vio cuĂĄn rĂĄpidamente avanzaban los alemanes (ellos ya habĂan alcanzado Minsk por el sexto dĂa de guerra).
HuyĂł de MoscĂș en el otoño de 1941. Dos millones y medio de judĂos fueron transportados, por orden de Stalin, de las ĂĄreas invadidas hacia las regiones centrales de la UniĂłn SoviĂ©tica dĂłnde comenzaron a participar inmediatamente en el mercado negro.
(Isaac Deutscher, “El judĂo a-judĂo”, Estocolmo, 1969, pag. 96-97.) Stalin estaba preparado para hacer las paces con Hitler en octubre de 1941. Quiso darle los estados bĂĄlticos, Byelorussia, Moldavia (Bessarabia), una parte de Ucrania (Bukovina) y el Istmo de Karelia a los alemanes.
El General Nikolai Pavlenkov revelĂł esto por primera vez en 1989 en el periĂłdico ‘Moskovskyie Novosti’. Al Comisario del Pueblo para los Asuntos Internos, Lavrenti Beria, se le dio la tarea de comenzar las negociaciones de paz con Hitler, a travĂ©s de su agente Stamenov, que era el embajador BĂșlgaro. Hitler se negĂł a negociar con MoscĂș. Todos esto estĂĄ demostrado por documentos que Dmitri Volkogonov presentĂł en Izvestiya el 9 de mayo de 1993.
El Presidente Truman quiso justificar su ayuda al Partido comunista, asĂ que se dirigiĂł a su amigo judĂo, Jack Warner, en Hollywood, y le pidiĂł una pelĂcula de propaganda, “MisiĂłn a MoscĂș” que alababa el Stalinismo. La pelĂcula se completĂł en 1943. La propaganda soviĂ©tica afirmĂł despuĂ©s que todos los avances en la guerra contra los Nazis, fueron debido al heroĂsmo del pueblo SoviĂ©tico.
La suerte de la guerra se dio vuelta, gracias a la ayuda norteamericana, y las cosas parecĂan mĂĄs brillantes para Stalin, que usĂł esta oportunidad para proclamar una guerra santa de Comunismo. En Yalta se le dejaron las manos libres para ocupar nuevas ĂĄreas y paĂses en Europa Oriental. La Enciclopedia SoviĂ©tico-Estonia admite: “Fue decidido que Konigsberg y su ĂĄrea circundante deben ser entregadas a la UniĂłn SoviĂ©tica.” El ex agente de la Inteligencia, Douglas Bazata, admitiĂł en el otoño de 1979 en Washington, que su jefe, Donovan, le habĂa pagado 800 dĂłlares extra, para detener el avance del General Patton en Francia en 1943. Bazata hizo esto en agosto de 1944, cuando Patton y sus tropas estaban cerca de Dijon. Patton habĂa tenido, de lejos, demasiado exito y habrĂa acabado demasiado temprano la guerra..
A pesar del hecho que el General norteamericano, George Patton, logró liberar después, grandes partes de Checoslovaquia, recibió órdenes estrictas del Comandante en jefe, Dwight Eisenhower (1890-1969), un francmasón del mås alto nivel, de abandonar Checoslovaquia al Ejército Rojo.
Patton cumpliĂł de mala gana y con el corazĂłn dolido, sus tropas se retiraron de Checoslovaquia. Cuando el Tercer EjĂ©rcito de Patton estaba preparado para entrar en BerlĂn, toda la gasolina fue retirada repentinamente – la intenciĂłn era detenerlo y que no lograra entrar en BerlĂn antes que los rusos. DespuĂ©s de esto, recibiĂł Ăłrdenes para atacar – muchos soldados norteamericanos murieron en vano. Patton podrĂa haber acabado la guerra nueve meses antes.
De esta forma, a los rusos se les dio la oportunidad de tomar BerlĂn, antes Praga y Viena. La UniĂłn SoviĂ©tica se arriesgĂł para tambiĂ©n ocupar Rumania, a pesar de su acuerdo de paz por separado con este paĂs. DespuĂ©s de esto, el General Patton proclamĂł a todos, ĂĄvidamente, que el enemigo real de EE.UU. estaba en MoscĂș y que los norteamericanos debĂan en cambio continuar la batalla contra el Este, para liberar a los pueblos esclavizados de la UniĂłn SoviĂ©tica. Patton se puso demasiado difĂcil para los francmasones de mĂĄs alto nivel jerĂĄrquico. TambiĂ©n quiso usar las tropas alemanas para aplastar a los Comunistas en MoscĂș.
Por esta razĂłn, fue necesario “disponer” de Patton en 1945. Bazata fue pagado para matar a Patton. Pero en cambio, Ă©l, le advirtiĂł al general.
Otro agente fue usado para estar en el lado seguro entonces. Hizo varios intentos que fallaron. En el otoño de 1945, el General Patton fue vĂctima de un misterioso accidente de automĂłvil (un camiĂłn chocĂł contra su automĂłvil) en Alemania (Baviera). En conexiĂłn con este accidente, el agente intentĂł disparar a Patton con un proyectil de metal de una arma especialmente fabricada. Patton estaba herido. A pesar del hecho que el general estaba paralizado, comenzĂł a recuperarse en el hospital. En ese momento fue envenenado con un nuevo tipo de cianuro de potasio. Patton muriĂł el 21 de diciembre de 1945 despuĂ©s de una larga estadĂa en el hospital. Se considera que la Casa Blanca estaba detrĂĄs de todos estos crĂmenes.
El asesino mismo relatĂł esto a Bazata. Bazata se sometiĂł a un detector de mentiras. Se considerĂł que Ă©l estaba diciendo la verdad. (The Spotlight, 22 de octubre de 1979) Los poderes Occidentales tambiĂ©n entregaron mĂĄs de dos millones de refugiados de guerra a Stalin. Era bien conocido quĂ© destino les esperaba. No hubo errores. Algunos de aquellos que habĂan logrado escapar de la Rusia soviĂ©tica en los años veinte y ya se habĂan vuelto ciudadanos Occidentales tambiĂ©n fueron entregados.
El viejo General de la Reserva de 76 años, Piotr Krasnov, que era un ciudadano alemån, fue enviado de vuelta a la Unión Soviética.
Fue ejecutado en MoscĂș el 17 de enero de 1947, segĂșn la Enciclopedia SoviĂ©tico-Estonia. El caso Krasnov es el ejemplo mĂĄs infame de la traiciĂłn de NorteamĂ©rica a los anti-comunistas. Los britĂĄnicos extraditaron al legendario General Blanco, Andrei Shkuro a Stalin.
HabĂa recibido la ‘Order of Bath’ del Rey George V por sus servicios a Gran Bretaña.
El francmasĂłn Harold Macmillan enviĂł tambiĂ©n de regreso a 70.000 cosacos que habĂan logrado entrar en occidente. Toda la informaciĂłn sobre ellos fue clasificada secreta. Muchos documentos desaparecieron sin rastros. El historiador Nikolai Tolstoy en Inglaterra revelĂł esto. A la BBC no le fue permitido mencionar su libro “El Ministro y las Masacres” que trata de este sucio negocio.
Los cosacos se resistieron, pero los britĂĄnicos les tomaron por asalto en un fuerte ataque para entregarlos en mayo de 1945. La mayorĂa de ellos fueron asesinados junto a sus familias. Posteriormente se supo que la iniciativa habĂa venido del francmasĂłn Anthony Eden. (Nikolai Tolstoi, “Las VĂctimas de Yalta”.) El dictador yugoslavo Josip Tito (en realidad Broz) cuyos ayudantes mĂĄs Ăntimos eran el judĂo MoisĂ©s Pijade y Aleksander Rankovic (Rankau, quien dirigiĂł el terror rojo como Ministro del interior) tambiĂ©n recibiĂł devueltos a sus desertores.
Muchos eventos se ponen significativamente mĂĄs claros cuando se les ve desde una perspectiva histĂłrica. Los agentes britĂĄnicos ayudaron derrocar al gobierno yugoslavo el 27 de marzo de 1941.
Una nueva dirección, con el francmasón General Richard D. Simovic a la cabeza, comenzó inmediatamente a cooperar con Stalin, firmando un pacto de amistad el 5 de abril. Londres financió intensivamente a Tito durante toda la Segunda Guerra Mundial y después le ayudó a tomar el poder. Después de la guerra, Tito recibió el apoyo masivo de occidente para construir el Comunismo.
Sin ese apoyo su rĂ©gimen se habrĂa derrumbado inmediatamente. Sus crĂmenes eran al mismo tiempo disimulados. SĂłlo Estados Unidos enviĂł 35 mil millones dĂłlares en ayuda secreta entre 1948 y 1965. Un experto en ley internacional, Smilja Avramov, revelĂł esto a un periĂłdico serbio, ‘Politika Ekspres’, en una entrevista, publicada el 16 de enero de 1989.
Ese apoyo para Tito cubrió el 60 por ciento de los gastos del régimen comunista.
Smilja Avramov enfatizĂł: “Nuestro rĂ©gimen nunca habrĂa sobrevivido sin esa ayuda econĂłmica“. La ayuda norteamericana a Yugoslavia es un secreto estatal tan importante que la Embajada norteamericana en Belgrado se negĂł a comentar. Las contribuciones de los bancos privados Occidentales se transformaron en un secreto aĂșn mejor guardado.
Occidente entregĂł las listas de todos los soldados capturados que habĂan solicitado asilo polĂtico. Todos fueron ejecutados inmediatamente en su retorno a la UniĂłn SoviĂ©tica. Otros soldados soviĂ©ticos que habĂan sido prisioneros de guerra fueron enviados a campos de prisioneros especiales. El consejero militar del Presidente Boris Yeltsin, el General Dmitri Volkogonov, revelĂł las instrucciones de Stalin para construir un gran nĂșmero de campos de prisioneros con una capacidad de diez mil prisioneros cada uno. AllĂ fue donde estos desafortunados soldados fueron enviados.
Era un secreto estatal en Suecia que casi mil soldados prisioneros rusos fueron enviados desde Gavle en dos naves, bajo el secreto mĂĄs estricto, a una certera muerte en la UniĂłn SoviĂ©tica el 10 de octubre de 1944. HabĂan tenido suficiente de la guerra y habĂan decidido escapar a Suecia.
Esto sĂłlo se revelĂł en la primavera de 1992 por el historiador Dr. Anders Berge en su libro “Flyktingpolitik i stormakts skugga, Sverige ochl sovjetryska fangarna under andra varldskriget” / “La PolĂtica de Refugiados a la Sombra de un Super Poder, Suecia y los Prisioneros rusos-soviĂ©ticos durante la Segunda Guerra Mundial” (Uppsala, 1992).
segĂșn Anders Berge, MoscĂș exigiĂł tambiĂ©n las direcciones de los prisioneros rusos que habĂan recibido permiso de residencia en Suecia.
El gobierno sueco cooperó e hizo las listas que entregó a la Embajada soviética.
Esto fue espionaje a alto nivel. Los agentes comunistas fueron enviados para comenzar a trabajar en esos refugiados inmediatamente. Berge declara que Suecia “le dio a los agentes soviĂ©ticos plena autoridad … para persuadir a los que no querĂan cooperar, para desinformar, amenazar y otros mĂ©todos“. Esto produjo que otros 180 rusos fueran devueltos a la UniĂłn SoviĂ©tica. Menos de la mitad – 1750 – de los refugiados que la UniĂłn SoviĂ©tica requerĂa de vuelta, recibieron eventualmente asilo polĂtico en Suecia.
Fue una ironĂa del destino que Stalin le habĂa permitido al NKVD cooperar y compartir sus experiencias con la Gestapo. El NKVD y la Gestapo incluso ejecutaron juntos a alguna personas. El historiador Nikolai Tolstoy tambiĂ©n revelĂł aquellas acciones de pre-guerra.