El problema de la desocupaciĆ³n es uno de los problemas mĆ”s graves del mundo.

Muchas veces nos sentimos inclinados a creer que con la industrializaciĆ³n en gigantesca escala podrĆ­a ser resuelto este problema, empero tuvimos que abandonar esta creencia cuando pudimos comprobar que un paĆ­s tan altamente industrializado como los Estados Unidos de NorteamĆ©rica, ha llegado a tener hasta diez millones de desocupados.

Si se quiere resolver satisfactoriamente el problema de la desocupaciĆ³n se necesita darle mĆ”s importancia a la agricultura, ganaderĆ­a, avicultura, y en general a todos los trabajos del campo.

En la prĆ”ctica resulta manifiestamente absurdo que seis o siete millones de personas se encierren dentro de los estrechos lĆ­mites de una ciudad, es a todas luces demasiado claro que la competencia deja a millones de personas sin trabajo, un ejemplo muy claro de esto lo tenemos en el simple hecho de tomar un taxi, o un bus, tranvĆ­a o camiĆ³n cuando estamos parando cualquier vehĆ­culo de estos, si tenemos competencia, si hay muchas otras personas aguardando lo mismo que nosotros, lĆ³gicamente podemos perder el tiempo, porque las otras personas nos hacen competencia y si Ć©sta Ćŗltima es excesiva tenemos que regresar a casa a pie, o guardar varias horas hasta lograr una oportunidad.

Si realmente los gobiernos quieren resolver el problema de la desocupaciĆ³n, deben fundar muchas escuelas de agricultura accesibles al nivel comĆŗn del hombre corriente de la calle, la profesiĆ³n de agricultor debe asumir ahora una categorĆ­a de orden superior; el ministro de agricultura y ganaderĆ­a debe apoyar sin reservas de ninguna especie a todo hombre que sinceramente este resuelto a trabajar como agricultor, avicultor, ganadero, etc., etc., etc.

Es vergonzoso que tantos miles de ciudadanos vaguen por las calles solicitando trabajo, cuando los campos estƔn necesitando brazos para trabajar la tierra que nos da el sustento.

Resulta estĆŗpido que el hombre de la ciudad mire con cierto desprecio al campesino, considerĆ”ndolo como una especie de gente inferior; Nadie es mĆ”s que nadie y el seƱorito de la ciudad con su camisa de cuello almidonado y las uƱas pintadas jamĆ”s podrĆ” tener mayor categorĆ­a que la del hombre de manos encallecidas y el rostro curtido por el sol de la montaƱa y del llano; Tenemos que inclinarnos ante los hombres que nos dan de comer, y el campesino es precisamente el hombre que sostiene con la comida a millones de personas que viven cĆ³modamente en las ciudades.

El campo necesita mucha gente, el campo puede resolver totalmente le problema de la desocupaciĆ³n, en las escuelas de educaciĆ³n primaria y secundarĆ­a debe incluirse la materia sobre agricultura teĆ³rica y prĆ”ctica asĆ­ se dejan de crear tantas generaciones de seƱoritos afeminados que luego vagan por las calles hambrientos y mal vestidos solicitando trabajo inĆŗtilmente, hay que enseƱar a las niƱos el camino del trabajo y de la hombrĆ­a bien entendida si es que queremos evitar la epidemia de la desocupaciĆ³n.

Realmente el hambre, la miseria, la desocupaciĆ³n, son terreno apropiado para que en ellos germine la flor venenosa del comunismo.

Es necesario comprender que sĆ³lo con una democracia autĆ©ntica que resuelva en forma total el problema de la desocupaciĆ³n, y que extermine radicalmente la injusticia, podemos conjurar bien el peligro horrendo del diablo rojo.

No es justo que millones de personas vaguen por las calles mendigando trabajo mientras en las zonas residenciales viven dichosos los holgazanes; no es justo que existan personas de la burocracia que ganan enormes sueldos por una pocas horas de trabajo diario, entre tanto los infelices no ganan ni para comer.

Es urgente hacer justicia social porque la indolencia en estos nos conduce inevitablemente a la barbarie del socialismo Ateo y brutalizante, la Ćŗnica manera cierta de combatir al monstruo rojo de la URSS, es darle al pueblo pan, abrigo y refugio, con el estĆ³mago lleno no hay comunismo; donde existe justicia social no hay comunismo.

TIERRAS BALDƍAS

En la AmĆ©rica Latina existen todavĆ­a vastos e inmensos territorios totalmente deshabitados, recordemos las selvas espesas del amazonas, en esas regiones podrĆ­amos caminar aƱos enteros sin encontrar seres humanos, a excepciĆ³n de algunas tribus de indios canĆ­bales; Realmente esas son tierras muy fĆ©rtiles que la raza humana podrĆ­a aprovechar para su propio sostenimiento econĆ³mico; Es lĆ”stima que los gobiernos del Brasil, Colombia, PerĆŗ, no se hayan resulto en forma seria a conquistar esos riquĆ­simos territorios; Sin embargo es de admirarse el gran esfuerzo que hizo el Brasil al fundar su ciudad capital dentro de la selva amazĆ³nica, esto representa ya un esfuerzo en la gigantesca empresa de conquistar la selva.

Los gobiernos que tienen acceso a esas selvas profundas del Amazonas, deberĆ­an favorecer inmigraciones nacionales y extranjeras, serĆ­a maravilloso que los gobiernos apoyasen econĆ³micamente a todo ciudadano que de verdad se resolviese a establecerse en esas selvas para trabajar la tierra. El Ministerio de Agricultura buen podrĆ­a dar a estos ciudadanos, dinero, semillas, herramientas de trabajo agrĆ­cola, medicinas, etc., etc., etc. Es claro que para esta clase de empresa se necesita el apoyo econĆ³mico.

La AmĆ©rica Latina dispone de vastos e inmensos territorios vĆ­rgenes donde millones de desocupados de todas partes del mundo podrĆ­an establecerse para trabajar; lo que se necesita es apoyo econĆ³mico de los gobiernos que tienen acceso a esos territorios; es urgente comprender que la agricultura en gigantesca escala puede acabar con el hambre y la miseria, millones de desocupados que vagan por las calles de las grandes ciudades mendigando empleo, debieran dedicarse a la agricultura.

Es urgente que el Ministerio de Agricultura organice determinado tipo de sociedades cooperativas y oficinas de investigaciĆ³n y de control con poderes extraordinarios y fuerzas de policĆ­a rural, a fin de conquistar las selvas y dar apoyo total a todos aquellos que realmente quieran acometer semejante empresa.

El dinero que los gobiernos invierten en este ramo de la actividad humana se multiplica al mil por ciento enriqueciƩndose las naciones con el trabajo fecundo de los agricultores.

Resulta paradĆ³jico que millones de personas vaguen por las calles mendigando trabajo, cuando el campo necesita de tantos brazos para trabajar la tierra.

El partido socialista cristiano, es decir el movimiento socialista cristiano convertido en partido polĆ­tico, debe llevar al congreso nuestras ideas relacionadas con la conquista de tierras baldĆ­as; es urgente luchar intensamente en este sentido hasta lograr la cristalizaciĆ³n de nuestros proyectos, asĆ­ solucionaremos el problema de la desocupaciĆ³n.

TIERRAS EN PRODUCCIƓN

Las tierras que actualmente estĆ”n en producciĆ³n necesitan todavĆ­a muchos brazos; los gobiernos debieran establecer leyes que estipulen el mĆ”ximo y el mĆ­nimo de trabajadores que los patrones estĆ”n obligados a tener; estas leyes podrĆ­an basarse en la cantidad de hectĆ”reas productivas, mayor cantidad de trabajadores y viceversa, tambiĆ©n es urgente fijar el salario mĆ­nimo para los trabajadores.

COOPERATIVA AGRƍCOLA

Todo individuo que trabaje por su cuenta en el campo, o toda asociaciĆ³n de individuos que por iniciativa propia resuelvan trabajar la tierra, necesitan de la cooperaciĆ³n econĆ³mica. La caja agraria debe cooperar con esos trabajadores de la agricultura, dĆ”ndoles dinero, semillas, herramientas, medicinas, etc., etc., etc.

AsĆ­ desaparecerĆ” el problema de la desocupaciĆ³n en las ciudades.

Volver al ƍndice –Ā El Cristo Social por Samael Aun Weor