Persona: Maestro, ĀæquĆ© entiende usted por reencarnaciĆ³n? Maestro: Amigo mĆ­o, yo entiendo por reencarnaciĆ³n cambiarse de ropa.

Persona: Maestro, pero yo me cambio diariamente de ropa y sin embargo, no comprendo a quƩ ropa se refiere usted.
El Maestro prosiguiĆ³: Usted me podrĆ­a decir quiĆ©n es usted? Persona: Yo soy un hombre de carne y hueso que tengo un alma inmortal.

Maestro: Caramba, amigo, me sorprende que usted piense al revĆ©s. Persona: Maestro, ĀædĆ­game por quĆ© yo pienso al revĆ©s?

Maestro: Amigo, porque usted se confunde con la ropa. ĀæNo sabe que usted es un alma que tiene un cuerpo y no un cuerpo que tiene un alma?

Persona: CĆ³mo asĆ­, Maestro, yo jamĆ”s habĆ­a puesto atenciĆ³n a ese hecho.

Maestro: Amigo, nosotros somos almas y el cuerpo de carne y hueso es tan sĆ³lo un vestido de piel hecho por dos sastres de ambos sexos: tu padre y tu madre, o sea el vestido de piel de que nos habla la Biblia. Ahora bien, amigo: si a usted se le daƱa un vestido de los que usted usa, ĀæquĆ© lo hace despuĆ©s que se le daƱa, es decir, que no le sirve?

Persona: Pues sencillamente lo boto a la basura. Maestro: Y si quieres reponer tu vestido, ĀæquĆ© puedes hacer?

Persona: Pues voy donde el sastre para que me haga uno nuevo y con Ć©l me siento como nuevo.

Maestro: Y si el vestido de piel se te daƱa, ĀæquĆ© lo haces? Persona: Pues, Maestro, para el cementerio, eso lo sabe todo el mundo. Maestro: y si quieres reponer ese vestido de piel, Āæa dĆ³nde irĆ­as?

Persona: Eso sƭ no lo sƩ Maestro, a menos que usted me lo diga.

Maestro: Amigo mĆ­o, ya le dije que usted es un alma y que su cuerpo es su vestido, y que hay necesidad de cambiarse de ropa constantemente. AsĆ­ pues que si usted quiere reponer ese vestido de piel, tiene que ir donde otro par de sastres para que le confeccionen otro vestido de carne y hueso, bien hecho y a su medida.

Persona: Pero Maestro, eso se me hace raro, ĀæcĆ³mo pueden volverme a hacer otro vestido de carne y hueso? ExplĆ­queme.

Maestro: Amigo mĆ­o, Āæen quĆ© forma le hicieron el vestido de carne y hueso que tiene ahora? (La persona que preguntaba sonriĆ³ maliciosamente, parece que se hubiera acordado de la uniĆ³n de sus padres).

El Maestro prosiguiĆ³: El amigo es malicioso (risas del auditorio). En la misma forma en que a usted le confeccionaron el actual vestido de carne y hueso dos seres humanos, un hombre y una mujer, asĆ­ mismo y en la misma forma, otro hombre y otra mujer, le confeccionarĆ”n otro vestido de carne y hueso, bien hecho y a su medida. Persona: Maestro, pero ĀæcĆ³mo hago para tener conciencia de mĆ­ despuĆ©s de muerto?

Maestro: Amigo mĆ­o, cuando usted se quita la ropa, sea para baƱarse o sencillamente para cambiarse, usted cuando estĆ” sin ropa, Āæno tiene conciencia de si mismo?

Persona: Claro que sĆ­ Maestro, porque yo me doy cuenta de que estoy sin ropa.

Maestro: Usted es un alma amigo mĆ­o, se lo expliquĆ© y no me cansarĆ© de explicĆ”rselo, y el cuerpo es tan sĆ³lo su vestido de piel, asĆ­ pues, no hay muerte, sino sencillamente cambio de vestido, mudarse de ropa, porque el verdadero hombre es el alma y el alma siempre vive consciente de su propia existencia, y para ella el proceso de nacer y de morir no es mĆ”s que un cambio de ropa. AsĆ­ pues, toda mujer en estado de embarazo lleva dentro de su vientre el alma de un difunto. AsĆ­ pues, todo niƱo que nace es un muerto que resucita.

Persona: Maestro, Āæy hasta cuando le toca a uno estar vistiĆ©ndose y desvistiĆ©ndose con ropa de piel?

Maestro: Hasta cuando lleguemos a la santidad perfecta (cuando encarnemos al Cristo y ascendamos).

Una seƱora: Maestro, yo no he sido mala y, sin embargo, he sufrido mucho, Āæpor quĆ©?

Maestro: Amiga, en su pasada reencarnaciĆ³n usted cometiĆ³ faltas gravĆ­simas y ahora no le queda mĆ”s remedio que pagarlas. Los agentes del Karma hallaron faltas en su libro de cuentas. Todos los actos de nuestra vida son rigurosamente anotados en los libros del gobierno mundial, y despuĆ©s de muertos no nos queda mĆ”s remedio que aguantar el peso de la justicia, y al volver a vestirnos con un cuerpo de carne y hueso nos toca soportar el peso de la justicia divina.

Ahora se explicarƔn mis oyentes (lectores) por quƩ sufren las gentes.

Un curioso: Maestro, Āæpero por quĆ© tengo que pagar lo que hace otro?

Maestro: ĀæDe manera que porque el amigo se cambie de ropa ya no paga el dinero que debe y se siente otro? Amigo, el hombre verdadero es el alma; y el cuerpo, no es mĆ”s que el vestido de piel. Con la muerte lo que sucede es que nos desvestimos y con el nuevo nacimiento nos volvemos a vestir.

Nosotros somos difuntos resucitados, y no nos queda mĆ”s remedio que pagar lo que debemos. Es que no hay tal muerte, amigo mĆ­o, lo que hay es cambio de ropa. La vida vive retoƱando por donde quiera, y cada niƱo que nace, es un muerto que resucita; es el alma de un difunto vestido con cuerpo de niƱo, y viene a pagar las cuentas que debe porque no le queda mĆ”s remedio. Nosotros vivimos condicionĆ”ndonos a diario con nuestros propios actos, esto es lo que se llama ā€œKarmaā€ en oriente, pero por grave que sea nuestro Karma, podemos liberarnos de esa cadena en el momento en que nos fusionemos con el ƍntimo, cuando nos dediquemos a eliminar nuestros defectos, nuestros vicios, cuando tomemos el camino de la santificaciĆ³n.

La RencarnaciĆ³n O El Retornoā€”Aclaraciones Por Parte De Un Maestro
No olvides amado discĆ­pulo que tĆŗ eres un alma y que tu cuerpo es tu vestido. EscĆŗchame amado discĆ­pulo: cuando un vestido se te daƱa, ĀæquĆ© lo haces? Lo arrojas de ti porque ya no te sirve y ello no me lo puedes negar. Ahora bien y si tĆŗ deseas reponer tu vestido, Āæa dĆ³nde vas? TĆŗ me contestarĆ”s que vas a la sastrerĆ­a para que el sastre te confeccione otro vestido. Pues, bien, querido discĆ­pulo, ya te dije que tĆŗ eres un alma y que tu cuerpo es tu vestido. Tu vestido de carne fue bien hecho a tu medida y lo hicieron dos obreros: tu padre y tu madre.

Cuando ese vestido se te daƱe, ĀæquĆ© lo haces? Lo arrojas de ti y si quieres reponerlo tienes que buscar un nuevo par de obreros que sean varĆ³n y hembra para que te hagan otro vestido de carne, bien hecho, y a tu medida. TĆŗ me dirĆ”s que ĀæcĆ³mo? Y yo te pregunto: ĀæCĆ³mo te hicieron el vestido de carne que tienes? En la misma forma te harĆ”n los nuevos sastres otro vestido de carne. ĀæPor quĆ© se te hace raro? Cuando tĆŗ te quitas un vestido de paƱo y te pones otro, Āædejas de ser el seƱor X y te olvidas de tus negocios y tus cuentas? Claro que no. Sea con un vestido de paƱo o uno de dril tĆŗ siempre pagas tus cuentas.

Lo mismo sucede cuando tĆŗ, que eres un alma, te revistes con un vestido de carne. TĆŗ pagas tus cuentas viejas y las pagas porque no queda mĆ”s remedio. Esas cuentas son tus malas acciones.

EscĆŗchame amado lector: Son millones los vestidos de carne que tĆŗ te has quitado desde el principio del mundo. Si tĆŗ no te acuerdas de eso, otros sĆ­ se acuerdan, y llegarĆ” el dĆ­a en que tĆŗ podrĆ”s recordar tus millonadas de muertes y nacimientos desde la constituciĆ³n del mundo. No olvides que AdĆ”n no es un solo individuo ni Eva una sola mujer.
AdƔn son los millones de hombres de la Lemuria y Eva las millonadas de mujeres de la Lemuria. Las almas que hoy en dƭa veis vestidas de carne y hueso son las mismas de la Lemuria que en ese entonces estaban vestidas con otros vestidos de carne y hueso. Los cuatro tronos en el amanecer de la vida emanaron de su propia vida millones de cuerpos humanos en estado de embriones.

Esos cuerpos humanos se desarrollaron a travƩs de las edades y ahora son nuestros maravillosos vestidos, hechos del limo de la tierra.

Todo esto lo explica la Biblia, pero para estudiar la Biblia se necesita haber estudiado ocultismo porque la Biblia es un libro de ocultismo y no se puede leer a la letra muerta como quien lee un periĆ³dico.

Ɠyeme, lector: cada vez que te pones un nuevo vestido de carne sois un poquito menos bellaco, un poquito menos asesino, un poquito menos envidioso, porque es muy cierto que en la vida se aprende a garrotazos y realmente a fuerza de sufrir se va perfeccionando el alma: el potro cerrero se amansa a latigazos, y llega el dĆ­a en que el alma se fusiona con el ƍntimo (la Presencia YO SOY y el Cristo Interno) y se convierte en Ć”ngel. Esto se realiza naciendo muchas veces pero tambiĆ©n es muy cierto que en una sola encarnaciĆ³n, bien aprovechada, se puede llegar a la uniĆ³n con el ƍntimo.

EL GRAN VACƍO

Los seres humanos actĆŗan sin una razĆ³n u orden en sus vidas. Por estos tiempos hay una cosecha de ateos. Se llaman religiosos, es decir, militan en cualquier secta religiosa pero sus vidas estĆ”n desprovistas de principios espirituales. Andan sin ninguna meta, sin ningĆŗn arte, ciencia o razĆ³n espiritual. Su vida es tan fantasmal, tan superficial. En sus corazones se nota el vacĆ­o, la falta de algo: son los valores espirituales. Hablan de Dios pero no lo sienten ni lo perciben.

Se basan en los escritos de los seres superiores pero no los entienden. Viven dĆ­a tras dĆ­a pero no saben por quĆ©. Lo mĆ”s triste es que no se detienen a pensar en sĆ­ mismos; viven en una nube oscura, triste, vacĆ­a y no lo saben. En esto nos aventajaban los antepasados: sus vidas estaban orientadas a algo o alguien, tenĆ­an una bĆŗsqueda, comprendĆ­an las cosas de Dios o las del hombre, entendĆ­an muchos misterios y los aplicaban en la vida diaria, utilizaban la ciencia de las estrellas, los signos zodiacales, conocĆ­an a ciencia cierta la evoluciĆ³n de la raza humana y sus etapas de progreso o retroceso.

Mientras el hombre de hoy no sabe nada, tiene que valerse de complicados aparatos que muchas veces lo engaƱan. Mas se siente contento. SegĆŗn Ć©l, es muy civilizado, Āæpero acaso es muy civilizado el hombre que no se conoce a sĆ­ mismo? No sabe el origen del hombre, cĆ³mo nacieron . Esta es una cosa muy elemental y no la conocen a ciencia cierta. Hay una causa: es que el hombre estĆ” vacĆ­o.

El hombre moderno se ha separado de sĆ­, se ha vuelto de piedra, ya se le olvidĆ³ que tiene una parte que no es de carne ni hueso. Por eso, sĆ³lo se preocupa por la carne y vive esclavo de Ć©sta. El hombre moderno se volviĆ³ inferior, se dejĆ³ esclavizar por los sentidos de la materia. Tal vez sin darse cuenta ha caĆ­do en un grave error: se volviĆ³ ateo. No cree en nada o nadie si no lo puede ver, tocar, examinar y destruir.

El cientĆ­fico materialista dice que no cree en Dios si Ć©ste no recurre a su laboratorio para poder examinarlo. Los religiosos dogmĆ”ticos dicen que Dios no es de este mundo y que sĆ³lo se puede saber de Ć©l cuando nos llegue la muerte. Los economistas dicen que sĆ­ creen en Dios pero si Ć©ste les llena los bolsillos de dinero. Los mĆ©dicos afirman que han investigado todo lo que el hombre tiene en su cuerpo fĆ­sico y no han visto dĆ³nde estĆ” ese Dios del que hablan tanto los antepasados y en general ya nadie cree en la existencia de algo superior, ya sea Dios, o los Ɓngeles, o los Maestros de la gran Luz. Es por eso que una gran parte del hombre estĆ” vacĆ­a.

Esta gran falla llevĆ³ al hombre de este siglo a ser un terrible ateo y lo mĆ”s triste es que Ć©ste no lo sabe. El hombre ateo es un ser de piedra, no razona, no piensa, no sabe nada de Dios ni le interesa saberlo. El hombre ateo se siente contento viviendo en su error, se siente superior a todos y a todo y lo que sea de Dios y hable de los seres superiores le parece ignorancia.

El ateo sĆŗper civilizado sĆ³lo cree en las cosas que idolatren su personalidad. Su mĆ”xima meta es el dinero, la fama, el poder, los placeres que de Ć©stos se derivan. A Ć©ste no le importa los medios que utilice con tal de conseguir lo que se propone. Para Ć©ste, la vida de un ser humano no vale nada si Ć©ste no tiene una gran suma de dinero en el banco.

Por eso estos ateos del presente siglo no podrƔn saber nada de las cosas del cielo y sus manifestaciones. En la Ʃpoca avanzada de ACUARIO no habrƔ ateos.