Las fuerzas que se encuentran dentro de nosotros son las que verdaderamente curan las enfermedades.
El hombre volverá al camino que le trazó La Naturaleza.
Quien sabe sobrellevar los males, los vence. -Sentencia
A los tímidos y a los indecisos todo les resulta imposible, porque así les parece – Walter Scott
El médico debe ser un auxiliador de La Naturaleza no su enemigo. – Paracelso
La medicina sólo puede curar las enfermedades curables. – Sentencia China
La peor de las medicinas es que unas necesitan de otras. -Dr. Humbbard
DEFENDIENDO AL MÉDICO
Cuando una persona visita y le cuenta de su dolencia recién aparecida, siempre cree que, para el doctor, es cosa fácil encontrar el origen del mal. Al fin y al cabo se trata de un eminente galeno que ha estudiado decenas de años, ha hecho varias especializaciones, posee un laboratorio electrónico sofisticado, equipos con tecnología de punta y cuenta con un arsenal de medicamentos que le quitarán el mal con una simple fórmula.
La gente cree que el cuerpo humano es como un coche que se lleva al mecánico y éste, de un simple vistazo, descubre el daño, pide la pieza genuina en el almacén de repuestos , la cambia y listo el vehículo.
No saben que el cuerpo humano es un organismo más complejo que todos los computadores, cohetes y satélites juntos que existen sobre la tierra. Nuestro cuerpo es una metagalaxia llena de vidas, el cual tiene procesos de infinita complejidad. No sólo lo componen <partes> físicas, sino otras que podemos llamar simplemente <inmateriales>.
Sin temor a equivocarme puedo asegurar que la medicina, en todas sus vertientes y especializaciones, no llega al 1% en el conocimiento del hombre como ser integral. Lo anterior en ningún momento lo digo por demeritar los conocimientos académicos hasta hoy logrados; sino que, al reconocer el 1% de lo que puede ser el conocimiento de La Naturaleza humana en toda su extensión, le estoy haciendo un halago a la ciencia del hombre.
Al poner en evidencia lo anterior, se nos obliga a empezar con bases sólidas: primero, no desperdiciando ese 1% que nos ofrece la medicina contemporánea ; y acudiendo luego al 99% restante que se encuentra en el poder de La Naturaleza, la cual nos brinda los medios más sabios y sencillos para acudir a ella.
PARA NO SUFRIR DESILUCIONES
Acatar la evidencia anterior nos evita sufrir desilusiones cuando, repito: un buen mecánico puede entender el 100% del funcionamiento de su vehículo no importa el daño. Puede hasta volver a reconstruir el coche si fuese necesario. No puede hacer lo mismo la medicina con su honroso 1%. No cuenta con <piezas> genuinas y sabemos que el organismo rechaza todo lo que no le sea propio.
No obstante lo anterior, vemos cómo un paciente entra a un hospital del gobierno o clínica calificada y al cuarto de hora sale feliz con la fórmula milagrosa que acabará con su dolencia. No sabe que la mayoría de las enfermedades incurables se debieron a fórmulas y remedios a la ligera.
Por otra parte, no es fácil detectar el verdadero mal pues, un efecto que se manifiesta en una parte del cuerpo, puede tener su origen en un sitio distante del mismo. Un dolor en las piernas puede tener su origen en la columna vertebral. Problemas de la dentadura pueden tener su origen en el páncreas o justo en el intestino. Por ello se necesitan exploraciones completas, realizadas en clínicas con el apoyo de ayudas diagnósticas, para poder aproximarse al origen del mal.
La evidencia anterior nos enseña que no se debe tratar un órgano independientemente (como se hace comúnmente) porque el organismo es una fantástica <maquinaria> en la cual obran sus partes en sincronismo perfecto, con absoluta precisión y cooperación. Cualquier enfermedad debe ser tratada de una manera integral.
La medicina divide al organismo en partes independientes y de ahí que los especialistas muchas veces no se coordinan entre sí. La Antemedecina considera el cuerpo como una unidad de unidades que obran siempre al unísono. Sabe que cuando una sola célula –de los millones de millones que tiene el cuerpo (microorganismos)- se enferma, todas las demás sienten el impacto y a todas ellas hay que atender. Lo mismo ocurre en el macrocosmos: < No cae la hoja de un árbol sin que se sienta el efecto en la estrella más lejana.>
ENTRETENIMIENTOS PELIGROSOS
Nadie, que sea experto, duda de los medicamentos esteroides, por ejemplo la cortisona (que no cura en nada la artritis pero quita el dolor y desinflama las articulaciones), son una ayuda. Pero lo que viene después del abuso prolongado es la inhibición nada menos que del sistema inmunológico; con esto brotan afecciones como las úlceras, el paciente se queja de depresión y ello aumenta el nivel de colesterol; se depositan grasas bajo su piel que se notan en moretones, fatiga y, al final, la posibilidad abierta para el temido cáncer.
En casos como éstos se recetan reconstituyentes con alto contenido de calcio y vitaminas, pero el organismo no los acepta. Si la solución a la Osteoporosis, por ejemplo, fuera el calcio, entonces bastaría comprar un kilo. La enfermedad no consiste en la falta de calcio sino en la incapacidad para asimilarlo, sumada a muchas otras más. No todo lo que entra por la boca es asimilado por el simple hecho de que el organismo lo necesite o tenga deficiencia.
He ahí la gran falla de la uroterapia, beber los propios orines por el simple hecho de que tienen fósforo, el cual es excelente para el cerebro. La pregunta clave es: ¿Si el fósforo, y otros elementos contenidos en la orina, una vez entraron por la boca y fueron arrojados, no ocurrirá lo mismo cuando se vuelvan a ingerir? Obviamente que el organismo los vuelve a desechar y, en cambio, quedarán horribles toxinas y exceso de acidez que acabarán con los riñones.
Si, por otra parte, lo que se pretende es un efecto homeopático, es una desgracia que la ciencia tenga que recurrir a comer los propios excrementos para intentar sanar, existiendo remedios paradisíacos, como es el caso de las frutas, que sí curan.
LO NATURAL Y LO ARTIFICIAL
La alimentación puede ser un proceso demasiado fácil y efectivo o demasiado difícil e inoperante. Los nutrientes, para que sean aceptados, vienen en forma natural ligados con otros nutrientes y éstos, a su vez, con otros elementos conformando fórmulas tan sabias y complejas que la medicina se encuentra a años luz de distancia para comprenderlas.
Más distantes están aún los reconstituyentes químicos que presentan fórmulas en potes o envases. En un tarro de reconstituyentes se observa una lista halagadora de elementos en cantidades y condiciones lejanas a las que se encuentran en los productos naturales; sus combinaciones químicas no son estables y, en muchos casos, pueden afectar la armonía de la digestión.
Lo importante es que nadie puede asegurar que vayan al sitio donde el cuerpo los necesita. Si esto fuera cierto, nadie estaría enfermo ni débil, pues bastarían varios tarros de elementos químicos para reparar huesos y órganos. No se puede tomar el asunto de la nutrición tan comercialmente.
Todo lo anterior no es con el fin de echar un baño de agua fría a quienes sufren de las enfermedades citadas, pues lo mismo ocurre con todas las demás. Lo que se pretende es alertar a las personas para que no tomen un rumbo equivocado al contentarse con tratar sólo los síntomas y no buscar y atender las verdaderas causas del mal que las aqueja.
En cuanto a la alimentación, insisto en que miren otros horizontes. Si la gente comprendiera que, por ejemplo, la piña contiene calcio suficiente y, lo más grandioso, es que su constitución <micelizada> (ver Capítulo 16, Su majestad La micela) realiza el milagro de fijarlo definitivamente en los huesos mediante las combinaciones y fórmulas más perfectas y complejas, que escapan al conocimiento humano, estaría más cerca de una curación verdadera.
Realmente se hace más para curar la artritis y la osteoporosis comiendo piña que llenando el estómago con medicamentos y reconstituyentes de pésima absorción.
La Antemedicina trata la enfermedad con pleno conocimiento de causa, suprimiéndola de inmediato. Luego utiliza los <medicamentos> necesarios para el efecto, en dosis exactas, a intervalos perfectos. Dichos medicamentos son al extremo refinados y no causan ningún efecto negativo en el cuerpo; no son tóxicos y, por lo tanto, no interaccionan con los medicamentos comunes que haya recetado el médico.
Por tales ventajas, no es necesario suprimir el tratamiento a que esté sometido el paciente. La Antemedicina, por el hecho de que aquí se resaltan algunas fallas de procedimientos, no está en contra de la medicina; por lo contrario, la potencializa. Son muchas las condiciones que se entrelazan para crear una enfermedad y, por tanto, deben ser varias las acciones que deben ejecutarse al mismo tiempo para derrotarla.
No existe un impedimento corporal y ninguna razón válida por la cual no podamos curar cualquier afección por rebelde que parezca. La vida es más poderosa que la enfermedad y sólo nos pide una ayuda razonable para actuar.
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que bueno saber estas cosas gratisimas
gratisimas veneravles seres por enfokar desde un vuen punto de vista estos konosisiertos y enviarlos a la humanidad ke tanto los meneste………………
paz i lus
gracias a los venerables maestros samael aun weor y otros que tanto se preocupan por nosotros el regosijo que hay en mi corazon es inmenso gratisimas benerables maestros